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8 de noviembre de 2023 - 6 minutos

El Gen del techie Egoísta

Egoísmo es supervivencia

Carlos Guardiola

Chief Innovation Officer

Artículos de Carlos

Carreras

En 1976 Richard Dawkins publicó “The Selfish Gene» (El Gen Egoísta), un ensayo de divulgación científica en el que aportaba su propia visión sobre la evolución de las especies. Dawkins reducía los organismos vivos a exoesqueletos que utilizan los genes para esparcirse por el mundo; y explicaba que la capacidad de supervivencia de un gen a lo largo de los millones de años de evolución era su capacidad de adaptación al medio. El Gen Egoísta es, por tanto, aquél que es capaz de mantenerse y reproducirse durante muchas generaciones haciendo que los organismos en los que está presente progresen. Y la evolución no deja de ser el proceso por el cual los genes cambian, se adaptan, se diseminan o desaparecen.

En este punto la palabra egoísmo hay que entenderla como la búsqueda del interés propio, hacer algo de manera egoísta pensando en uno mismo, y no tanto egoísmo como no compartir por contraposición a generosidad. El gen egoísta es el que se ocupa del mayor interés propio, que es la capacidad de sobrevivir.

Bien, este un resumen muy ejecutivo del libro; la obra progresa teorizando sobre si los genes son los que diseñan los organismos en los que van a habitar, sobre si existe o no evolución gracias al Bien Común, o sobre si el hombre, como ser consciente dotado de cultura y valores, puede romper esta cadena evolutiva basada en la supervivencia de genes egoístas.

Por cierto, que muchos no saben que Dawkins es el inventor del concepto meme como unidad mínima de información cultural, que tanta gracia nos hace (a veces).

Egoísmo en Acción

¿Cómo podemos aplicar la visión del gen egoísta al desarrollo de la carrera de los profesionales digitales? Enfrentarse al mercado laboral y desarrollarse como profesional supone enfrentarse a todo tipo de retos y desafíos: algunos propios, otros ocurren en la empresa con la que nos vinculemos, otras en ciudades o países…

Cuando nos enfrentamos a contextos adversos suele haber cuatro opciones:

  • No hacer nada. Dejarse llevar por la corriente es la garantía de no tener el control de tu vida profesional. Esa que hay que mantener hasta los 65 años (de momento). Hay personas que dejan su vida en manos de otros, por motivos que yo no alcanzo a comprender.

  • Quejarse y no hacer nada. Las personas que identifican los problemas pero no los solucionan suelen acabar expresando su frustración de múltiples formas. La más cansina es cuando se sientan a tu lado en la comida o en el café, o te enganchan por el Slack, y te ponen la cabeza como un bombo. Si alguna vez has acabado harto de escuchar los problemas de otra persona una y otra vez, prueba a pensar cómo se sienten las personas a las que les cuentas tus problemas una y otra vez.

  • Luchar por la Revolución. Cambiar las cosas requiere no sólo fuerza de voluntad y constancia. También requiere mano izquierda, empatía, capacidad de negociación… Enfrentarse contra el orden establecido suele implicar pisar varios callos, redistribuir responsabilidades, adquirir nuevos derechos y deberes, etc. En definitiva, en una Revolución a veces se gana y a veces se pierde, y en cualquiera de los dos casos se invierte mucho tiempo y energía.

  • Conocer las reglas y aprovecharse de ellas. Saber cómo funcionan las cosas es la única forma que hay de encontrar aquello que nos beneficia, lo que nos perjudica, y tomar las decisiones adecuadas.

Como todo en esta vida, la actitud personal de cada uno depende de factores cambiantes a lo largo del tiempo.

A veces tocará luchar para cambiar las cosas, otras veces tocará aprender las reglas del juego y tratar de usarlas en tu favor. Lo que no conozco es a alguien que haya llegado a alguna parte sin hacer nada, o quejándose.

Los Tres Genes del Techie Egoísta

Con este trasfondo en mente, me pregunté qué cualidades son las que determinan qué técnicos sobreviven y evolucionan; en contraposición a aquellos que están condenados a extinguirse

Desde mi punto de vista, son principalmente tres:

  1. Los techies egoístas saben que la única forma que hay de dar por terminado un trabajo y empezar con el siguiente es terminar un trabajo. Eso significa inconformismo, no basta con que las cosas hagan lo que se espera que hagan, hay que asegurarse de que lo hacen como deben hacerse. Calidad. Uno de los principales indicadores de éxito de un profesional de la tecnología es su nivel de corrección, su cuidado por el detalle, su autoridad como profesional.

El Primer Gen del Programador Egoísta es por tanto el que no permite a una persona dar por terminado algo sin tener la certeza de que funciona y lo hace de forma eficiente. Sobre todo por dos motivos que van en su propio beneficio: poder avanzar en su carrera profesional con una mochila ligera, sin “legacy”, y romper el círculo vicioso del Proyecto Sísifo (aquél que nunca termina porque siempre hace algo mal).

  1. Los techies egoístas tienen el control de su carrera profesional. Eso significa que se preocupan activamente del trabajo que van a realizar, en contraposición a las personas que se quedan esperando que su siguiente trabajo les llueva del cielo. Podemos partir de la premisa que la mayoría de los desarrolladores trabajan por cuenta ajena en empresas de servicios profesionales (del tipo que sea), en proyectos contratados por clientes, o en empresas de producto.

El Segundo Gen del Programador Egoísta es el que hace que un técnico se implique en el negocio, principalmente por dos motivos que van en su propio beneficio. El primero, conseguir participar en aquellos proyectos que mejor le aproximan a sus objetivos profesionales (por el cliente en el que se realizan, la tecnología que se usa, su nivel de impacto y visibilidad en el sector o la sociedad…) El segundo, porque quiere estar seguro de que su trabajo aporta un valor y tiene sentido para alguien que paga por él y tiene la alternativa de pagar por otro. El Segundo Gen del Programador Egoísta es fundamental para los que quieren desarrollarse como freelance.

  1. Los programadores egoístas saben que el mundo es un lugar competitivo se mire por donde se mire, y tienen clara la máxima “si no eres diferente, eres barato“. 

El Tercer Gen del Programador Egoísta es el que impulsa a las personas a destacar, cultivando de forma permanente su Talento como forma de demostrar el valor que aportan: a su empleador, a sus clientes, a sus compañeros, a su comunidad. Saben que no pueden vivir de las rentas: de aquél marrón que un día resolvieron, o de su implicación en un proyecto que se torció. Las personas que demuestran día a día su Talento y su valor, se mantienen actualizados y competitivos, porque saben que sus empleadores puede elegir pagarles  a ellos por su trabajo… o a otros. Por eso, no suelen tener problemas a la hora de trabajar y crecer profesionalmente. Las otras, suelen acabar por extinguirse.

Supongo que cada uno tendrá su propia lista de Genes Egoístas. Para mí estos son los más importantes, pero si para ti hay otros más importantes, utiliza la sección de comentarios para compartirlos.

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